¿Son los rascacielos un ejemplo de urbanismo sostenible?

¿Son los rascacielos un ejemplo de urbanismo sostenible?

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Autor | Lucía Burbano

Según un informe del Council on Tall Buildings and Urban Habitat, entre 1930 y 2010 (80 años) se construyeron los primeros 50 rascacielos del mundo, mientras que en el periodo que va de 2010 a 2015 se construyeron otros 50 más. El boom parece imparable, ¿pero cómo se mide la vida útil de un edificio, y en concreto, de un rascacielos?

Los sectores de la arquitectura y de la construcción se guían por el estándar ISO 15686, que contempla factores como los materiales, la energía empleada, los sistemas constructivos y un largo etcétera.

Con el paso de los años, la estructura de los rascacielos ha pasado de ser exclusivamente de hormigón armado a utilizar materiales como el acero o el vidrio. Y ya se vislumbran otros más sostenibles como la madera e incluso proyectos que rayan la ciencia ficción al proponer rascacielos completamente autosuficientes.

¿Son los rascacielos positivos para el medio ambiente?

La respuesta, según el estudio ‘Decoupling density from tallness in analysing the life cycle greenhouse gas emissions of cities‘ publicado en la revista Natura es no. La conclusión a la que llegaron los investigadores es que una cordillera de rascacielos genera un 140% más de emisiones totales durante su vida útil comparado con una zona de menor altura con el mismo número de habitantes

El motivo es que los rascacielos requieren estructuras más pesadas, cimientos más gruesos y un mayor uso de materiales con una huella de carbono alta que los edificios de menor tamaño.

¿Cuál es entonces la solución? Para aquellos rascacielos ya construidos, remodelarlos y adaptarlos a los estándares actuales. Y existen ejemplos. El Empire State Building, uno de los iconos arquitectónicos de Nueva York, completado en 1931 y con una altura de 443,2 metros, fue remodelado hace unos años. Ahora presume de unos ahorros energéticos anuales de hasta el 38%, lo que le hizo valedor de una certificación LEED.

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Desventajas medioambientales de los rascacielos

A mayor altura, mayor es la contaminación

Construir alto significa emplear un mayor número de materiales que deben ser suficientemente robustos para soportar alturas de 400, 600 o 800 metros. Esto incrementa la huella de carbono sustancialmente.

Interfieren con el clima

Agrupar rascacielos en una misma zona urbana  produce islas de calor ya que, cuando las temperaturas son elevadas, el calor queda atrapado entre el nivel de calle y los edificios, obstaculizando el enfriamiento que ocurre naturalmente cuando se pone el Sol.

Concentran la contaminación en las ciudades

A más viento, mejor es la calidad del aire al dispersarse las partículas responsables de la contaminación. Sin embargo**, en ciudades con poca ventilación natural y con un gran número de rascacielos y calles estrechas se produce el conocido como "efecto valle".** En esta situación los agentes tóxicos quedan atrapados en las capas superiores. Es el caso de Hong Kong, donde la presencia de rascacielos a lo largo de su costa bloquea la brisa marina elevando la contaminación.

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Ventajas de los rascacielos

Todo en uno

Albergar diferentes usos en un mismo edificio concentra un mayor número de personas y por tanto, según argumentan los defensores de los rascacielos, contribuye a compactar diversas actividades que tendrían lugar en edificaciones dispersas.

Construir alto, pero menos

Los edificios son responsables del 40% del consumo energético de la Unión Europea y del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Entonces, ¿no tiene sentido construir menos y más alto?

¿Necesitamos entonces rascacielos?

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Posiblemente sí, pero sin duda, estos deben diseñarse y construirse con criterios de sostenibilidad más sólidos. En los que se refiere a los materiales, se habla de madera, o incluso, de soluciones más radicales en las que los rascacielos pasan a tener una función medioambiental o incluso social.

El edificio Mjostarnet, en Noruega, con 85,4 metros de altura y es el edificio de madera más alto del mundo. Este material tiene una huella de carbono neutra o incluso negativa, si contamos el CO2 absorbido por los árboles.

Quizás sea necesario afinar varios aspectos para que sean una realidad consolidada, pero parece que empiezan a surgir alternativas para que no tengamos que renunciar a la altura ni al cuidado del medio ambiente.

Imagenes | Unsplash/James Coleman, Unsplash/Kit Suman, Unsplash/Ruslan Bardash, eVolo

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